7 de agosto de 2013

DIY 2.0 Do it with others

Es un comportamiento automatizado. Nos hacemos una pregunta y consultamos al Sr Google para saber la respuesta en segundos. De la misma manera, si lo que queremos es aprender a hacer algo nuevo, ya sea usar un software, cocinar una lasaña o lo que sea, entramos en la montaña de videos “how to” de youtube.
Cada día, se multiplican las opciones para aprender y compartir conocimiento en nuestra vida.
Dolors Reig, afirma que la revolución tecnológica y social que vivimos es el portal hacia la revolución creativa, y que ésta, marcará un antes y un después de nuestra sociedad. John Howkinsen su libro “economía creativa” identifica la creatividad como elemento central de desarrollo del S.XXI. y Richard Florida en “The rise of creative class” nos dice que la creatividad es el nuevo petróleo de la economía y nos muestra estadísticas de cómo la “clase creativa” está creciendo exponencialmente en las ciudades a nivel global.
En este momento de crisis de valores basados en el capitalismo y de transformaciones radicales, me parece especialmente interesante prestar atención a este vínculo entre el aumento de nuestras posibilidades para compartir conocimiento y el incremento de la creatividad a nivel global. Por eso me parece interesante hablaros de una macrotendencia alimentada por este vínculo, y que hoy crece a nivel exponencial como es el DIY 2.0. 

Seguramente la mayoría de los que leéis este post, habéis visto iniciativas DIY en los últimos años, muchas de ellas, relacionadas con recuperar el valor de lo artesanal. De hecho, el DIY llegó décadas atrás, en los años 60. Nació vinculado al movimiento Punk Rock de Londres y reivindicaba el individualismo como forma de independencia del sistema y el valor de lo manual.
Pero hoy, no estamos hablando exactamente de lo mismo. Sino de un movimiento creativo que se está globalizando y surge reinventado por la era digital. Con algo del rol contestatario de sus orígenes (basta ya de capitalismo salvaje), pero también como nueva insignia de estatus social. Hoy personas de todo el mundo aspiran a expandir y desarrollar su creatividad, y están más interesados en vivir la experiencia y disfrutar del mérito de haber hecho algo con sus propias herramientas y recursos creativos, que en adquirir un producto estándar en la estantería de una tienda.
El DIY de hoy se expande desde el entorno 2.0 impulsado desde la actitud de compartir conocimiento como valor integrado por la era digital. Y crece y crece a través de un gran número de personas que desde sus blogs, wikis, pinterest, videos… comparten lo que saben acerca de cómo construir o customizar algo para que otros lo puedan aprovechar y mejorar al más puro estilo open source de software.
Tener esto en cuenta, es fundamental para predecir que el movimiento hazlo tú mismo no es algo residual o muy localizado en ciertos países, sino una macrotendencia que llegó para quedarse.
Se extiende de país en país con diferente intensidad y ritmo, va adoptando nuevas formas y llegando a ámbitos que van más allá de lo manual. Ámbitos como el diseño industrial apoyado por la proliferación de impresoras 3D y la placa Arduino, que permite sin ser un genio en electrónica poder hackear cualquier objeto en nuestra casa y conseguir que haga una función para la que no fue diseñado inicialmente, recomiendo ver este TED.
Este crecimiento exponencial de personas que se ponen a crear, podemos verlo reflejado en el éxito de eventos como the Makers movement en EEUferias de DIY en ciudades como NY, San Francisco, Chicago, cada vez más multitudinarias en las que amateurs y verdaderos geeks se reúnen para compartir ya no en la red, sino en vivo, su conocimiento para construir y hackear objetos.
DIY 2.0 Do it with others (2ª parte)Y llega al ámbito de los servicios, aún incipiente pero con ejemplos como the bike repair shop en Canadá o wikis como éste en el que la comunidad enseña cómo podemos reparar aquello que se estropeó.
Y por supuesto, sigue evolucionando también desde ayudarnos a recuperar ese contacto con lo manual, con la artesanía y con el origen del proceso de producción como valor experiencial. Ejemplo de ello son los cafés o tiendas costura que han proliferado por varias ciudades de europa los últimos años. En ellas podemos aprender a hacernos nosotros mismos la ropa, mientras socializamos, Sewoverit en Londres y Tete costura en Madrid son ejemplos.
Parece que este movimiento ha llegado para revolucionar el mercado de diseño de productos y servicios, y así como hemos vivido el cambio del 2.0 en la industria de contenido, pronto vamos a ver el reflejo de estos nuevos valores. Pronto las marcas van a necesitar aprender a vender no sólo el producto final, sino tal vez un diseño imprimible, una experiencia DIY o piezas que permiten la customización de sus productos.


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